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2024-03-29

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De la impotencia al crecimiento mental- parte I

Javiera Somavía Santa Cruz
Psicóloga y Psicoanalista
Miembro del Instituto Chileno de Psicoanálisis

Todos los hombres tienen de vez en cuando alguna forma de dificultad en su erección; sin embargo, se trata de un cuadro clínico sólo cuando la incapacidad para mantener la erección suficiente para el coito es mayor a un 25 % de los intentos.


¿Es posible pensar algunos de los problemas que un hombre puede presentar para sostener una erección como reflejo o expresión de la dificultad que puede estar experimentando en su esfuerzo por lograr el crecimiento y desarrollo necesarios para convertirse en un ser humano más adulto, más pleno y creativo, capaz de disfrutar de la vida y ser también fuente de felicidad y crecimiento para quienes lo rodean?

El pene y su "potencia", como todos sabemos, han estado al centro de los mitos que rodean la sexualidad masculina, delineando su identidad y su autoestima. Cuando un hombre empieza a presentar dificultades en su capacidad de sostener una erección, se echan a andar una serie de temores y fantasías que van a impactar necesariamente no sólo su desempeño sexual, sino también otras áreas de su mente. Cualquier dificultad en esta área es vivida con dolor, humillación y mucha vergüenza por quienes la padecen, lo que ha impedido a la gran mayoría de ellos poder buscar ayuda y recibir el tratamiento mas indicado. Esto se traduce inevitablemente en un progresivo deterioro de la calidad de vida, no sólo por el evidente impacto que produce sobre la relación de pareja, sino también porque el constante temor al fracaso se transforma -en sí mismo- en un factor estresante que va minando la propia autoestima en distintas áreas de la vida.

La Disfunción Eréctil es el nombre con el que los médicos se refieren a lo que el lenguaje popular de hombres y mujeres llama impotencia. Como su nombre lo sugiere, la Disfunción Eréctil hace referencia en gran parte de la literatura existente a algo que no funciona como debiera para que exista una erección suficientemente firme y mantenida durante el tiempo necesario de modo de tener un encuentro sexual satisfactorio que permita la penetración. Todos los hombres tienen de vez en cuando alguna forma de dificultad en su erección; sin embargo, se trata de un cuadro clínico sólo cuando la incapacidad para mantener la erección suficiente para el coito es mayor a un 25 % de los intentos.

Cuando un hombre presenta alguna dificultad para sostener su erección están involucrados tanto elementos biológicos como psicológicos que interactúan y se retroalimentan entre sí. Si bien la mayor parte de la literatura médica disponible distingue claramente y dicotomiza los determinantes biológicos y psicológicos, creo que es necesario pensar mas bien en términos de una disfunción que, si bien puede estar principalmente determinada por uno u otro factor, siempre integrará ambos elementos participando e influenciándose mutuamente.

Cuando la disfunción se debe claramente a una enfermedad como la diabetes o a problemas vasculares entre otros, el impacto emocional y los efectos psicológicos son extraordinariamente relevantes para la economía emocional de ese varón. Deberá hacer un trabajo interior que le permita reenfocar su sexualidad y contener el daño o la amenaza que teme su identidad pueda sufrir. Por otra parte, cuando los factores biológicos han sido desestimados como determinante y los aspectos psicológicos parecen tener un rol principal, lo biológico sigue siendo un actor central en la escena ya que lo psicológico ha inundado el ámbito del cuerpo al punto de inhabilitarlo. En ambos casos el hombre se sentirá exigido emocionalmente y deberá hacer un trabajo emocional y psicológico que lo proteja de una detención en su crecimiento y deterioro en su calidad de vida.

La reflexión principal de este artículo se centrará en aquellos casos en que ha sido desestimado el valor o influencia de lo biológico como elemento determinante en la disfunción. Sin embargo, al hacerlo quisiera tratar el tema, saliéndome momentaneamente, no sólo del ámbito de lo físico sino también del ámbito de lo sexual, y pensar en esta dificultad como algo que puede ocurrir también en otro ámbito de la vida mental al mismo tiempo. Entonces podríamos refrasear o repensar lo dicho al inicio de este articulo en relación a la dificultad en sostener la erección necesaria para el coito, por ejemplo, como una dificultad para erguirse o pararse con la suficiente solidez y firmeza interior durante el tiempo necesario para ser capaz de sostener un encuentro emocional más intimo y profundo con otra persona, y así poder establecer relaciones gratificantes y duraderas.

La dificultad para sostener un encuentro emocional íntimo con alguien puede expresarse, entre otros, por ejemplo en elecciones de pareja donde el permanente conflicto o el exceso de trabajo protegen de una mayor cercanía y de momentos de encuentro; relaciones paralelas que protegen del desarrollo de la dependencia y necesidad del otro que acompañan al compromiso y profundidad en una relación; relaciones con mujeres a las que se les paga, mujeres que no esperan nada y a quienes no es necesario satisfacer; aventuras o relaciones cortas y sin compromiso.

Finalmente estas situaciones van generando por lo menos frustración, soledad y vivencias de estancamiento.

 



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