Equipo SaludActual
Actualmente, las enfermedades o trastornos mentales como la depresión, son mejor "aceptadas" por la sociedad. Si bien antes existía el prejuicio de la "locura", hoy no se ve mal si una persona asiste a terapia o a un especialista en salud mental.
Los trastornos mentales o psicológicos son un grupo de disfunciones cognitivas y afectivas del desarrollo. Estas pueden ser alteraciones de comportamiento, razonamiento, de adaptación o disociación de la realidad.
Las causas pueden ser múltiples. Por ejemplo, los antecedentes familiares pueden llegar a jugar un rol fundamental. Igualmente, el estrés constante, algún trauma (experiencia traumática, golpe o lesión) o abuso de sustancias dañinas -drogas o alcohol- pueden desencadenar algún trastorno. Por otro lado, no hay que olvidar que gran parte de las madres está propensa a sufrir diferentes tipos de depresiones post parto.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es uno de los trastornos mentales frecuentes.
En este sentido, para octubre de 2012, existían más de 350 millones de personas en el mundo con este padecimiento, siendo más mujeres que hombres y poniendo a la depresión como la principal causa mundial de discapacidad y morbilidad.
La OMS la caracteriza como una enfermedad que conlleva tristeza y pérdida de interés generalizado. Además, predomina la nula existencia de placer o búsqueda de él, la falta de autoestima, trastornos del apetito y del sueño, sensación de cansancio, sentimientos de culpa y falta de concentración.
También la OMS asegura que esta dolencia puede llegar a ser crónica o reiterativa. Así, puede afectar en el día a día, tanto en el trabajo, en la vida familiar o en la escuela. En un extremo, quien la padece puede llegar al suicidio.
Dependiendo de su gravedad, la depresión puede ser tratada con psicoanálisis, terapia y/o medicamentos, los cuales son bastante eficaces.
Por otro lado, también hay otras enfermedades que afectan nuestra mente. Entre ellas están los episodios maniacos, donde la persona tiene su estado anímico anormal, persistentemente elevado, irritable o expansivo.
De igual modo y vinculado con las dos dolencias anteriores, la bipolaridad también surge en las personas con mayor frecuencia. Se caracteriza por la presencia de episodios depresivos y maniacos. Esta enfermedad es persistente y severa.
También se destacan las adicciones o consumo excesivo de alcohol y/o drogas, alteraciones en la alimentación (anorexia y bulimia), trastornos de personalidad, déficit atencional e hiperactividad (TDAH), fobias, trastornos de ansiedad y trastornos obsesivos compulsivos (TOC), trastornos del espectro autista, esquizofrenia y trastornos de pánico.
Otro punto importante es cuándo consultar a un especialista en salud mental. Si bien puede ser difícil tomar esta decisión, hay ciertos síntomas que pueden afectarnos de manera trascendental en nuestra vida cotidiana, tanto familiar como laboral.
De este modo, si se presentan trastornos del sueño (insomnio, por ejemplo), dolores o cansancio excesivo, tristeza, falta de concentración o de ánimo, ansiedad, miedo, dificultad para concentrarse o para pensar claramente o pérdida de memoria, abuso de sustancias nocivas, agresividad, violencia o dificultad para realizar tareas cotidianas, desánimo o ausencia prolongada de deseo sexual (entre otros), se debe recurrir a un profesional.
En el caso de los menores de edad y jóvenes, si sus padres notan un cambio de conducta brusco en sus hijos, deben consultar al médico de cabecera, quien verá la posibilidad de derivar a un especialista.
Finalmente, para mantener y recuperar la salud mental estable es necesario seguir al pie de la letra las observaciones del médico, mantener una dieta saludable, dormir las horas necesarias, eliminar al máximo el estrés, llevar una vida sana y contar con el apoyo de los seres queridos.
Mireya Guzmán.
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