Equipo SaludActual
La cultura de la cual convivimos es un remanente de nuestras prácticas equívocadas dominadas por el temor, muchas veces tenemos conductas de rechazo por situaciones que nos parecen descabelladas, como miradas desagradables, poco contacto visual con las personas en la calle y otras cuantas más.
A pesar de que consideremos esas actitudes condenables, continuamos reproduciéndolas, pues nuestra dirección apunta a un evitar toda instancias que podrían ser riesgosas e incluso peligrosas. No mirarse cara a cara en el medio de trasporte, tomar la cartera fuertemente cuando otra persona se acerca a nosotros, cambiar de vereda cuando durante varias cuadras alguien camina junto a nosotros, son practicas habitúales, que si bien hay una base en términos de desconfianza, no es del todo su fundamento, sino más bien, los residuos que quedaron (de los cuales, simbólicamente seguimos atravesados) de una opresión social de parte del estado de turno entre los 70' y los 80'.
No nos preguntamos frecuentemente por qué cada vez que nos despedidos de otra personas al final decimos "cuídate, que te vaya bien", de qué tendríamos que cuidarnos, acaso hay un peligro inminente? Podemos decir que siempre existe la posibilidad que pueda pasar alguna cosa mala, o incluso una tragedia, pero desde la misma lógica existe la posibilidad y probabilidad que pase algo que nos haga estar más contentos. Si las dos escenas son igual de inciertas, cómo podemos sólo (mayormente) quedarnos con la proposición de que hay que cuidarse?, es así como podemos notar que hay una herencia social, dolida desde un sector, donde es innegable la "preocupación" que se generó por la vulnerabilidad que sentía la población en ese período histórico, y en donde la mayoría tenía que saber velar por la propia comunidad, familiares y amigos, y nuestra propia integridad, no había espacio para riegos.
Para muchas personas, su actuar, como un ciudadano "frio", poco amable, desconfiado, inseguro, temeroso, es solo un efecto de una cultura cargada de temor, implícitamente hemos mantenido una cultura fóbica, donde aparecemos en ocasiones generosos, como una consecuencia de la culpa. Por otra parte los medios informativos han hecho su papel muy bien en seguir fomentando el temor, mostrándonos los casos de mayor impacto como lo son: abusos, asesinatos, robos, estafas, etcétera; pareciera ser que el respeto que expresamos mutuamente lo guardamos en un baúl, del cual no nos queremos acordar donde dejamos la llave, por lo que el acto más cómodo será la no responsabilidad por un cambio cultural, ya que ha sido cómodo vivir desde el temor.
Me parece interesante y extraño a la vez, el común denominador en mostrarnos colectivamente amables (externamente), pero que convivimos socialmente desde una protocolaria relación afectiva, donde los desconocidos son elementos de temer, me pregunto entonces, si en esta ciudad hay más personas desconocidas que cercanas, cómo podríamos vivir de otra manera sino basado en una cultura desde la fobia. Dado en este contexto entonces, no es difícil encontrarse con personas que rotularon con la terminología patológica de Fobia Social. No puede el efecto carecer de su causa, de eso no hay duda alguna.
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