Equipo SaludActual
Se dice que la personalidad es un resultado de factores genéticos y ambientales por esto, es fundamental el aporte educacional que hacen los padres y quienes rodean al niño.
Es habitual que en los primeros meses de vida del bebé comienzan a manifestarse las expresiones de su personalidad o temperamento.
Los llantos, los gestos, las risas y los movimientos de su cuerpo son su manera de comunicarse y con éstos prueba las reacciones que provoca en su madre y en la gente que lo rodea.
Así conoce la presura con que es atendido y las cosas que tiene que hacer para llamar la atención.
Poco a poco reconoce su cuerpo hasta distinguirse como un individuo distinto de su madre. Es ahí cuando comienza a desarrollar su personalidad y es capaz de tomar sus propias decisiones de acuerdo con lo que desea lograr, y puede ser algo tan simple como querer dormir, comida o regaloneos.
Se dice que la personalidad es un resultado de factores genéticos y ambientales por esto, es fundamental el aporte educacional que hacen los padres y quienes rodean al niño porque el éste aprende según cómo los demás reaccionan ante su comportamiento.
Es frecuente escuchar hablar de los bebés tranquilos, los inquietos, los fáciles o difíciles. Cuando se refieren a la forma cómo los niños reaccionan frente a estímulos aluden a su temperamento.
Generalmente se distinguen distintos tipos de comportamientos, de los cuales los más comunes son el bebé difícil, el fácil y el apático. El primero se caracteriza por ser irritable, su humor es variable, no tolera sus molestias ni la rutina. El segundo, es agradable, fácil de entender, se adapta y sonríe con facilidad. El tercero es más bien reservado y aparentemente tranquilo.
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