27/04/2018 - 14:13:58 | andres
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Raquel Burrows
Endocrinóloga Infantil
Instituto de Nutrición y Tecnología de los alimentos de la Universidad de Chile (INTA).
Cómo enfrentar el legado genético de nuestros antepasados primitivos, acostumbrados a vivir en la escasez de alimentos y el nomadismo, en el mundo megacalórico y sedentario de hoy.
En Chile tenemos una alta prevalescencia de niños obesos y con sobrepeso. Se calcula que alrededor del 40% de los escolares posee esta condición, esta preocupante situación, de alguna manera esta asociada a nuestro modelo de desarrollo económico; somos un país único en el mundo en este sentido, ya que en muy poco tiempo hemos accidentalizado totalmente nuestros hábitos alimenticios y nuestra vida diaria en general.
Dentro de los niños obesos, no todos pueden ser calificados como de alto riesgo. Sabemos que algunos pequeños no tienen las mismas expectativas de vida que otros. Hay pacientes que van a fallecer a temprana edad por distintas enfermedades asociadas al aumento de peso, como la hipertensión arterial, la diabetes o los infartos cardiacos.
Porque hay grupo de seres humanos - alrededor del 35% población mundial - que posee la característica que nosotros los especialistas denominamos: Síndrome de Insulinorresistencia. Esta es una condición genética, que se comienza a manifestar con fuerza en la medida en que el tejido graso comienza a aumentar. Esto ocurre cuando la dieta diaria es rica en grasa y azúcar, y cuando además no hacemos ningún tipo de actividad física.
La resistencia a la insulina es una cualidad del género humano, que le permitió a éste adaptarse a la escasez de alimentos en tiempos pasados. Esto fue lo que le permitió al hombre primitivo sobrevivir en condiciones donde se alimentaba, con suerte, una o dos veces a la semana y donde además tenía que todo transformarlo en grasa, además de ser muy eficiente en el manejo de las calorías. En ese arcaico contexto, la raza humana sólo pudo sobrevivir gracias a que poseía la condición ya descrita de resistencia insulínica.
Todavía gran parte de la humanidad porta el gen de la insulinorresistencia, que en 10 mil años aproximadamente de vida sedentaria, aún no ha cambiado. La naturaleza necesita de millones de años para cambiar el genotipo de una persona, teniendo esto en cuanta, aquellos niños que en la actualidad portan ese genotipo "ahorrador", son aquellos que al convertirse en obesos comienzan a presentar serios problemas de salud, que no presentaban mientras mantienen su peso normal.
Si se toma a la población de niños obesos caucásicos de los Estados Unidos, no más del 25% son resistentes a la insulina, en cambio, si se mide a los niños de raza negra, esta condición se presenta en más del 50% de los casos, cuestión que es más o menos similar en los chicos de ascendencia latina. En Chile, se calcula que cerca del 50% de los niños obesos son insulinorresistentes. Estos pequeños elevan fuertemente su nivel de colesterol y desarrollan un daño endotelial en todo su sistema vascular, muy grave, o sea, son una población de muy alto riesgo.
Con programas especiales integrales que incluyan dietas y actividad física, ambas actividades destinadas a controlar su peso. Este tratamiento debe realizarse pensando en toda la familia, haciendo tomar conciencia a los padres de que el niño está obligado a no ser más obeso, de lo contrario, el costo que deberá pagar será muy alto, no a largo plazo como se pensaba antes, sino a muy temprana edad, por ejemplo, con la presencia en pacientes de 10 o 12 años de lo que se denomina, diabetes tipo 2 o del adulto. Esto porque antiguamente la gente se sometía tardíamente a los regimenes de alimentación y sedentarismo que hoy los niños están viviendo a muy temprana edad.
Lamentablemente también estamos encontrando en niños, dramáticos casos de hipertensión arterial, que es la que finalmente causa la muerte a raíz de una crisis hipertensiva y además, ya se está también diagnosticando en infantes, una patología que antes no se detectaba ya que no da síntomas: la ateroesclerosis a muy temprana. Esto se ha podido saber gracias a estudios avanzados del endotelio - pared de las arterias y de las venas - donde se ha podido visualizar que las paredes de los vasos sanguíneos están engrosadas e infiltradas con placas de ateromas.
Luego de todo lo dicho hasta el momento, se debe recalcar que un niño obeso debe dejar de serlo a la brevedad y velar porque no vuelva a recuperar esta grave condición nunca mas, o sea, se le deberá ayudar a controlar su peso de por vida, para no poner en riesgo su salud.
1- Crear hábitos alimenticios saludables tanto en el niño como en su familia, para ello se debe generar todo un esquema de apoyo integral con sicólogos, nutricionistas, preparadores físicos, etc.
2- Corregir los trastornos metabólicos asociados a la obesidad, o sea, normalizar sus perfiles de colesterol e insulina. Esto debe hacerse a través de dietas especiales y regímenes de actividad física.
Se sabe que en la medida en que uno mantenga una buena condición física a lo largo de la vida, se disminuye notoriamente el riesgo de fallecer producto de alguna enfermedad asociada a la obesidad, sobre todo por patologías cardiovasculares.
En el caso de la utilización de fármacos (metformina y sus derivados), sólo es recomendable cuando el niño pasa de la etapa de resistencia a la insulina a la de intolerancia a la glucosa, o cuando ya padece de diabetes. En general no se emplean medicamentos en niños, salvo en aquellos pacientes que son incapaces de cambiar sus hábitos alimenticios y que tienen un pronóstico de sobrevida pésimo, ya que el medicamento no es la solución para un menor obeso, porque la mayoría de ellos, únicamente se aplica para corregir los trastornos metabólicos y no para mejorar el riesgo cardiovascular.
En estos momentos las principales causas de muerte entre los chilenos son los infartos al miocardio, la hipertensión y la diabetes, todas patologías asociadas a la obesidad y además, todas ligadas a la insulinorresistencia. Por esta razón y dado que tenemos en nuestros genes esta condición, es que no deberíamos entregarnos a conductas sedentarias que nos hagan subir de peso. Tenemos que gastar las calorías que consumimos si no queremos que se conviertan en grasa, con el consiguiente riesgo para nuestra salud que esto significa.
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