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"El mejor cigarro es el que no se fuma"

04/10/2004

Ya desde los 20 minutos siguientes a dejar de fumar comienza a notarse una mejoría en la calidad de vida de las personas

Ariel Lara Cáceres

Periodista SaludActual

Cuando se piensa en dejar de fumar, lo primero que se viene a la cabeza es
 la cantidad de sensaciones negativas y desagradables que pueden asociarse a
 la toma de esta decisión, lo que comúnmente es denominado por
 los médicos como síndrome de abstinencia, que se caracteriza
 por la presencia de un constante deseo compulsivo de fumar, irritabilidad, frustración,
 ira, ansiedad, cansancio, dificultades para concentrarse, depresión,
 disminución de la frecuencia cardiaca, palpitaciones, temblores, dolor
 de cabeza, alteración del sueño, trastornos digestivos, sensación
 de hambre, etc.


Si tomamos en consideración lo anterior, el dejar de fumar se constituye
 sin duda en un gran sacrificio que no muchos están dispuestos a realizar.
 El experto en terapias para dejar el cigarrillo, doctor Sergio Bello
 señala que los índices de recaída durante los tratamientos
 para dejar el hábito están en torno al 20%, en tanto, esta cifra
 aumentaría al 60 % en los meses siguientes de realizada la terapia.


"Para dejar de fumar de forma definitiva, no hay que pensar en
 las cosas que se van a perder por hacerlo, debemos pensar de forma positiva
 poniendo énfasis en los beneficios que obtendremos. Es cierto que el
 cigarrillo está asociado a momentos placenteros, pero también
 hay que pensar la cantidad de efectos negativos que tiene este hábito
 (mayor probabilidad de contraer algún tipo de cáncer, enfermedades
 cardiovasculares y respiratorias, etc.), motivos suficientes como para hacer
 el sacrificio", recalca el profesional.


El doctor Bello señala que para dejar el cigarrillo es fundamental
 dejar lo que el llama, los "automatismos",que no son otra cosa que
 las conductas asociadas al hábito tabáquico.
"La gente
 fuma cuando está tensionada, angustiada, con estrés, pena o incluso,
 "para pensar mejor", también lo hace en reuniones sociales
 y con el cafecito, el alcohol, en momentos de descanso, lectura, etc., en otras
 palabras, el cigarrillo está relacionado con alguna conducta que hay
 que cambiar. No significa que debemos dejar nuestras actividades de la vida
 diaria, sino que no debemos asociarlas a un cigarrillo". Bello también
 agrega que es bueno también realizar ejercicio físico, buscarse
 algún hobbie y aprender alguna técnica de relajación. "En
 definitivas cuentas, cambiar hábitos".


Una vez que se tomó la decisión y se ha iniciado el proceso
 de desintoxicación, los beneficios de haber dejado el cigarrillo son
 inmediatos. A continuación le presentamos "el listado de la calidad
 de vida".


En los 20 minutos siguientes al último cigarro: La presión
 arterial y el pulso regresan a sus niveles normales y la temperatura de manos
 y pies aumenta a su nivel normal.


En las 8 horas siguientes: El monóxido de carbono y la nicotina
 en la sangre se reducen a la mitad y el oxígeno en la sangre regresa
 al nivel normal.


En las 24 horas siguientes: Se elimina completamente el monóxido
 de carbono del cuerpo, los pulmones comienzan a eliminar el mucus y otros restos
 producidos por el consumo de tabaco y disminuye la probabilidad de sufrir un
 ataque al corazón.


En los 2 días siguientes: No queda nicotina en el cuerpo y el
 olfato y el gusto mejoran.


En los 3 días siguientes: Las terminales nerviosas se acostumbran
 a la ausencia de nicotina y se respira con mayor facilidad ya que los bronquios
 comienzan a relajarse.


En las 2 a 3 semanas siguientes: Mejora la circulación, se hace
 más fácil caminar y la función pulmonar aumenta hasta un
 30%.


De 1 a 9 meses después: La tos, congestión nasal, fatiga
 y falta de aliento disminuyen, la voz se hace más clara y aumenta la
 energía general.


En el año siguiente: El riesgo de ataque al corazón se
 reduce a la mitad y se padece de menos infecciones respiratorias.


5 años después: El riesgo de sufrir un derrame cerebral
 se reduce al nivel de una persona que nunca ha fumado.


En los 10 años siguientes: La probabilidad de muerte a causa de cáncer
 del pulmón disminuye en un 50%, el riesgo de ataque al corazón
 se reduce al nivel de una persona que nunca ha fumado y disminuye el riesgo
 de desarrollar otros cánceres (de la boca, garganta, esófago,
 vejiga, riñón y páncreas).


No se puede determinar a ciencia cierta lo que le va a ocurrir a una persona
 que fuma, pero, estadísticamente si se sabe lo que le puede ocurrir si
 sigue manteniendo este dañino hábito. Si quiere correr riesgos:
 fume, sino, nunca es tarde para comenzar a vivir mejor.

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