04/03/2010
Dificultad para dormir, frecuentes sobresaltos y una irritabilidad poco común, son algunas de las consecuencias que puede enfrentar un 20 por ciento de la población que vivió esta tragedia.
Es muy difícil generalizar respecto de las consecuencias psicológicas que dejará el terremoto que azotó a nuestro país hace algunos días. Sin embargo, existen ciertas secuelas que en estos casos se consideran normales para los expertos.
Según estudios, cerca del 80 por ciento de la población que vive este tipo de desastres naturales, padecen de este cuadro de síntomas, pero por lo general duran sólo dos semanas, según los especialistas este es el tiempo necesario para procesar e internalizar lo ocurrido.
Estos síntomas que invaden a las personas, lo hacen de manera involuntaria y si persisten después de estas dos semanas, es necesario que las personas se acerquen a un especialista, ya que el trastorno de estrés post traumático se puede convertir en una enfermedad.
Según lo que señaló Rodrigo Figueroa, psiquiatra del Hospital Clínico UC, al diario La Tercera, las personas con estos síntomas sufren cambios en la personalidad, y se desconecta de los intereses habituales, incluso puede haber síntomas disociativos, los cuales producen que la persona se olvide del recuerdo.
Por lo general los pacientes no logran superar por si solos estos síntomas y requieren de una ayuda especializada. Ya en ocasiones anteriores a quedado claro que estos síntomas son comunes, un ejemplo de ello es el estudio realizado un año después del terremoto en Turquía (1999), el cual evidenció que el 19,2 por ciento de las personas que estaban en la zona del terremoto sufrió de estos síntomas, al igual que el año 2006 en Taiwán, donde el 15 por ciento también padecía de este desorden.
Otro tipo de reacción frente a estos acontecimientos de catástrofes es la reacción tardía, especialmente en los menores de edad. Los especialistas advierten que por lo general los niños reaccionan como si no hubiese pasado nada, pero pasado el tiempo comienzan a tener reacciones como el apego excesivo a los padres, incontinencia urinaria, malestares estomacales y en casos más extremos pueden dejar de hablar por algún tiempo.
La principal recomendación es estar cerca de ellos y hacerlos sentir seguros, además de explicarle las razones por las que ocurrió el terremoto, de una forma adecuada a su lenguaje y comprensión.