
05/05/2004
Cada una de nuestras muecas y de nuestras expresiones faciales van dejando su huella en el rostro. Con los años se convierten en arrugas, una marca indeseable que recuerda los efectos del envejecimiento. En la lucha por contrarrestarlos, mujeres --

Cada una de nuestras muecas y de nuestras expresiones faciales van dejando
su huella en el rostro. Con los años se convierten en arrugas, una marca
indeseable que recuerda los efectos del envejecimiento. En la lucha por contrarrestarlos,
mujeres --y hombres-- usan cosméticos, cremas hidratantes y regeneradoras
de todo tipo; se someten a procedimientos quirúrgicos.
Pero ahora, un gran número de quienes desean alisar su rostro utilizan
Botox, nombre comercial de una toxina que en los alimentos descompuestos produce
botulismo, pero que purificada y estéril, cuando se inyecta de forma
subcutánea en bajísimas dosis, paraliza los músculos faciales,
y evita que se produzcan las líneas faciales que la gente detesta. El
principio del funcionamiento se basa, dicen los expertos, en que "lo que
no se puede mover no se arruga".
El Botox es una proteína producida por la bacteria Clostridium botulinum,
que al inyectarla bloquea la sustancia química responsable de las contracciones
del músculo.
Desde que la Oficina de Fármacos y Alimentos (FDA) autorizó en
el pasado abril el uso de Botox para cosmética, (Toxin Botulinum A),
se ha disparado el uso de este procedimiento antiarrugas. La American Society
for Aesthetic Plastic Surgery informa que en el año 2001 se realizaron
1.6 millones de tratamientos cosméticos con Botox.
El fabricante del producto, Allergan Inc., de Irvine, ha informado que las
ventas aumentaron en el último año un 46% en relación con
el anterior.
Fiestas cosméticas
Tal es su popularidad que en los últimos tiempos se han puesto de moda
las fiestas de "botox". Algunos cirujanos plásticos organizan
reuniones sociales, una especie de "tupperware" de belleza, pero con
bufé libre, y champán, donde las clientas reciben inyecciones
subcutáneas de la toxina rejuvenecedora.
Por lo general, en estas veladas el costo del tratamiento resulta más
económico. En lugar de los 400 ó 500 dólares que generalmente
cuesta la sesión, allí se cobran unos 300 ó 350 dólares.
Aunque la aplicación causa cierta molestia --por el pinchazo-- y enrojecimiento,
su efecto no es prolongado y a cambio, dos días después, el botox
habrá hecho efecto. Al paralizar los diminutos músculos del rostro,
en la frente, junto a los ojos, habrán desaparecido líneas y "patas
de gallo".
Informes económicos recientes señalaban las pingües ganancias
que se obtienen con el producto. Cada vial de Botox (para 3 ó 4 aplicaciones)
le cuesta al fabricante 40 dólares, pero el médico lo adquiere
por 400. A su vez éste lo incrementa en un 700%, de manera que un vial
resulta en 2,800 dólares. La ventaja en aplicaciones colectivas, es que
los viales --que no pueden guardarse después de abiertos, se utilizan
íntegramente.
Lo elevado del fármaco --que sólo se vende con receta-- y su
creciente demanda, son terreno fértil para el mercado negro, de ahí
que ya hayan aparecido anuncios ofreciendo Botox a menor precio. Esto es causa
de preocupación en la American Academy of Dermatology, (AAD), porque
temen que la toxina pueda emplearse indebidamente por personas no calificadas
para administrar el tratamiento.
No hay que olvidar, advierten, que se trata de una sustancia que paraliza los
músculos y por lo tanto, no puede inyectarse en todas partes, porque
podría dejar el rostro sin expresión, como el de una esfinge.
Por lo menos, durante un plazo de tres a cinco meses que es lo que acostumbran
a durar los efectos del Botox.
Tampoco son partidarios de que el tratamiento se lleve a cabo en fiestas donde
se sirve alcohol, porque éste adelgaza la sangre y ello es causa de mayor
amoratamiento en la piel.
La AAD, que por otra parte ha ensalzado y recomendado la aplicación
del Botox con fines cosméticos, insiste en que como en cualquier otro
procedimiento, los pacientes deben protegerse y asegurarse de que se lo aplica
un médico titulado, que haya recibido capacitación para realizarlo.
Más allá de la cosmética
En realidad, el Botox ya había sido aprobado por el Oficina de Alimentos
y Medicinas (FDA) para fines medicinales en 1989. Algunos estudios habían
demostrado que era eficaz para el tratamiento de trastornos del músculo
ocular, como el estrabismo y el parpadeo incontrolable. Más tarde en
2000, lo autorizaron para la distonia cervical, un movimiento neurológico
que causa fuertes contracciones.
Pero las aplicaciones médicas de esta toxina, tan potencialmente venenosa
en su forma natural, parece que no han hecho sino empezar. Además de
ser útil en enfermedades como el Parkinson, y la parálisis cerebral,
informes recientes le señalan como providencial para aliviar la migraña.
La National Headache Foundation ha recomendado el uso de Botox para un trastorno
que afecta a 28 millones de personas en Estados Unidos, algunas de las cuales
precisan la administración de narcóticos para parar insoportables
dolores de cabeza.
Se cree que el Botox alivia el dolor de la migraña al detener las contracciones
musculares que llevan al espasmo.
Pero a pesar de todas las bondades del Botox y de la aprobación de la
FDA, este mismo organismo ha denunciado la campaña publicitaria que en
los últimos meses ha lanzado el fabricante del producto. El reclamo de
que "puede reducir las más profundas arrugas en siete días"
no se ajusta a la aplicación cosmética autorizada por la FDA,
quien asegura que se limitaba a "las líneas verticales que se forman
en el entrecejo".
Las objeciones de la entidad gubernamental han alarmado, al parecer, según
informaba el periódico The New York Times, a usuarios que confiaron en
el uso del Botox porque lo aprobó la FDA.
Pocos, sin embargo, serán los que renuncien a planchar las arrugas de
su rostro después de haberlo probado por primera vez.
Fuente : http://www.laopinion.com/