Equipo SaludActual
A lo largo de nuestras vidas, las mujeres pasamos por varias etapas importantes. La menopausia nos marca no sólo a nivel físico, sino también emocional. Ésta tiene varios síntomas, por lo que en esta ocasión nos centraremos en los sofocos.
En primer lugar, los sofocos son episodios bruscos de la sensación de calor (golpe de calor corporal) que principalmente se sienten en rostro y cuello.
En este sentido, algunas veces pueden ir acompañados de sudores o enrojecimiento facial. También en algunas ocasiones se presentan palpitaciones, sensación de ahogo o de presión en el pecho y/o cabeza, ansiedad, náuseas, entre otros. Y posterior a los episodios de calor, pueden venir escalofríos.
Sin embargo, cada mujer tiene diferentes síntomas, duración y frecuencia de éstos. Incluso, hay personas que sufren constantes sofocos o ninguno de ellos durante la perimenopausia (mujeres que aún menstrúan), menopausia y la postmenopausia, aunque es común que vayan disminuyendo con el tiempo. Asimismo, si estas molestias se presentan de noche se les llama sudores nocturnos, los que pueden alterar el ciclo de sueño.
Por otro lado, estas incomodidades no son peligrosas, pero algunas veces las personas pueden sentir muchos síntomas y por un tiempo prolongado (el promedio es entre 3 a 6 minutos, pero pueden durar hasta 30), dificultando la vida cotidiana.
Si bien no se sabe la causa concreta de la aparición de los sofocos, se sospecha que se deben al brusco cambio hormonal (disminución del estrógeno) que sufren las mujeres en su etapa menopáusica.
Por lo tanto, estos episodios pueden presentarse tanto en la perimenopausia o en la postmenopausia.
Un factor desconocido activa el mecanismo natural de control de temperatura corporal ubicada en la zona cerebral del hipotálamo. En consecuencia, se pierde calor con la vasodilatación (por eso el enrojecimiento) y sudor. Posteriormente, se inicia la conservación de la temperatura con vasoconstricción y escalofríos.
Aunque no se sabe con certeza qué provocan los sofocos y su aparición pareciera ser espontánea, se ha descubierto que hay ciertos elementos que pueden generarlos. Estos son: climas húmedos y cálidos, el consumo de alcohol, cafeína y comidas muy condimentadas, además del estrés.
Como consecuencia, es primordial que cada mujer tenga claro cuáles son los síntomas, para así poder controlar sus reacciones, ya que es posible que el nerviosismo genere más ansiedad y por lo tanto, confundir los síntomas con un ataque de pánico. En otra arista, también es esencial conocer qué factores pueden gatillar estos episodios y así, evitarlos.
Tratamientos
El tratamiento farmacológico va ligado al reemplazo hormonal. Es decir, la utilización de hormonas (estrógenos por sí solos y estrógenos con progesterona) sustitutivas. Aunque algunas veces se pueden recetar antidepresivos, medicamentos para la presión arterial y otras hormonas sin estrógenos.
Por otro lado, se pueden realizar tratamientos de acupuntura o aprender técnicas de respiración, los que podrían reducir hasta un 40% los síntomas relacionados con los sofocos. Obviamente es recomendable dejar la cafeína, el alcohol, las comidas picantes, la ropa ajustada y el cigarrillo. También ayuda el consumo de vitamina E y complejo vitamínico B.
Se suma a lo anterior realizar ejercicio regularmente y evitar espacios muy acalorados. Incluso, hay quieres confían en las terapias herbales. Como son inocuas, no se pierde nada con probarlas y encontrar cuál ayuda más a controlar los síntomas.
Finalmente, no hay que olvidar consultar a su matrona, ginecólogo o médico general sobre los síntomas, tratamientos y repercusiones de esta etapa, puesto que su orientación profesional no sólo ayudará a controlar los efectos de la menopausia, sino que será un apoyo durante el proceso que se está viviendo.
Mireya Guzmán.
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