Equipo SaludActual
Se fué el verano y las estaciones continúan corriendo; llega el turno del otoño y con él aumentan las corrientes de vientos, bajan las temperaturas, la sensación térmica es más fría . Todo lo anterior constituye el escenario ideal para la gestación de los resfríos.
Sin duda, el otoño es una época complicada para la salud, ya que aún tenemos algunos días calurosos, pero al caer el sol la temperatura también desciende bruscamente. Muchos salen desabrigados aprovechando los últimos días de verano, pero no lo suficientemente preparados para el anochecer, por lo que se exponen a los peligrosos cambios de temperatura.
Por este motivo, las consultas médicas más comunes son los dolores de garganta, especialmente laringitis, y el resfrío común. Pero al mismo tiempo, son las afecciones más fáciles de prevenir, ya que basta con andar con ropa de abrigo extra para evitar que se enfríen ciertas zonas del cuerpo como la espalda y el cuello. No hay que esperar a que nos de frío para ponernos una chaqueta, sino que se trata efectivamente de evitar los cambios bruscos de temperatura.
La kinesióloga Claudia Concha, quien está a cargo del programa de enfermedades respiratorias en el consultorio de Placilla, en Valparaíso, explica que otro de los motivos de consulta médica que han ido aumentando en esta época son los casos de bronquitis, infecciones a las vías respiratorias e incluso neumonía por micoplasma. Los más afectados son los niños de hasta 7 años que entran al colegio en marzo y se exponen a un contagio muy fácil, ya que no acostumbran a tomar ciertas precauciones.
Existen dos posibilidades de contagio: directa e indirecta. La primera es cuando un niño tose o estornuda y esparce los microbios hasta un radio de un metro, o también cuando toman líquido de una misma botella o comparten una fruta. En cambio, la forma indirecta es cuando un niño al toser se tapa la boca con la mano y luego toma un lápiz o se afirma del fiero en la micro.
Pero las precauciones son sencillas, y es cuestión en inculcar un hábito tanto en niños como adultos. Por ejemplo, se debe ventilar la casa todos los días, desinfectar las superficies de mayor uso, especialmente la cocina y la mesa del comedor, sacudir el polvo con un paño húmedo, evitar fumar.
Otra costumbre que debemos aprender es evitar ponernos la mano al momento de toser y estornudar, y en su lugar hacerlo en nuestro antebrazo. Los mismo que lavarse las manos de forma regular, ante lo cual la kinesióloga Claudia Concha aconseja el uso preferente de jabones líquidos, “ ”.
Los casos más complicados suelen afectar a los niños menores de un año, ya que aún no tienen un sistema respiratorio formado completamente, ni tampoco un sistema inmunológico muy desarrollado, ya que muchos están aún en etapa de lactancia. Por esto hay que tener especial cuidado con los recién nacidos y no exponerlos en demasía.
Por último, Claudia Concha advierte que estos cuadros pueden variar según las condiciones ambientales en las que se viva, ya que “por ejemplo, en localidades donde hay mucha contaminación, mucho polvo en suspensión o también mucha humedad, estos cuadros se pueden agravar con mucha facilidad e incluso se alargan mucho más de lo común”, explica la kinesióloga.
Por esto rescata la importancia de formarse hábitos sencillos que pueden marcar la diferencia en la salud de todos, manteniendo una buena higiene, una limpieza adecuada y evitando cambios de temperatura.
Carolina Castro
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