Equipo SaludActual
Entre las enfermedades que pueden provocar una miocardiopatía se encuentran la presión arterial alta, enfermedad coronaria, hepatitis viral, diabetes, enfermedad de la tiroides y otras infecciones virales que provocan la inflamación del músculo cardíaco.
Cuando hablamos de miocardiopatías, nos referimos a las enfermedades que afectan directamente al músculo del corazón. Este grupo de alteraciones cardiacas puede tener distintas causas y síntomas, pero en general, tienen en común que el miocardio va perdiendo su elasticidad y capacidad de contraerse, y por lo tanto, se va dificultando el proceso de bombeo de sangre al cuerpo.
Las miocardiopatías pueden tener un origen propio o pueden ser adquiridas a través del tiempo. En el primer caso, la enfermedad es hereditaria o genética, y puede revelarse a cualquier edad. En caso de ser adquirida, nos referimos a que ocurre debido a la presencia de otra enfermedad o factor que la desencadena.
Entre las enfermedades que pueden provocar una miocardiopatía se encuentran la presión arterial alta, enfermedad coronaria, hepatitis viral, diabetes, enfermedad de la tiroides y otras infecciones virales que provocan la inflamación del músculo cardíaco. En ocasiones, no se ha podido encontrar una causa principal de la enfermedad.
Las miocardiopatías se clasifican en tres tipos principales:
Miocardiopatía dilatada
En este tipo, las paredes de las cámaras cardiacas se dilatan. Esta dilatación comienza en el ventrículo izquierdo, y el músculo se va adelgazando, derivando en un aumento de tamaño del corazón. Por consiguiente, el corazón se debilita y no se contrae normalmente, imposibilitando el bombeo de flujo sanguíneo al cuerpo.
Esta enfermedad puede derivar en arritmias, problemas a las válvulas cardiacas y en coágulos en el corazón. Se presenta con mayor frecuencia en las mujeres adultas.
Miocardiopatía hipertrófica
Cuando las paredes del corazón se engrosan y se vuelven rígidas, sin aumentar el tamaño del órgano, hablamos de este tipo de miocardiopatía. Es la más común y afecta tanto a niños, jóvenes como adultos. Generalmente, suele tener un origen hereditario.
En esta miocardiopatía, el músculo del ventrículo izquierdo o el tabique que separa a ambos se engrosan. Esto provoca rigidez del corazón, lo que impide que llegue el flujo sanguíneo desde los pulmones y que se pueda llenar el corazón.
En ocasiones, el engrosamiento del músculo obstruye el flujo normal de salida de la sangre, denominándose miocardiopatía hipertrófica obstructiva.
Miocardiopatía restrictiva
Este tipo afecta principalmente a la personas mayores. En este caso, el corazón se va volviendo progresivamente más rígido, por lo que lo ventrículos no pueden expandirse normalmente, lo que impide que se llenen de sangre. Con el avance de la enfermedad, la circulación de la sangre y el suministro de oxígeno al cuerpo van decreciendo, lo que puede derivar en una insuficiencia cardiaca. Esta anormalidad cardiaca puede afectar el funcionamiento de otros órganos importantes, como los pulmones y el hígado.
Síntomas: cuándo consultar al especialista
En muchas ocasiones, las miocardiopatías se presentan sin síntomas tempranos, y sólo se descubren a través de exámenes o por causa de otras enfermedades. Pero en caso de presentarse alguno de los siguientes síntomas, es muy importante acudir al médico especialista para que determine el tipo de miocardiopatía y su respectivo tratamiento:
Si el especialista detecta alguna de las miocardiopatías señaladas anteriormente, diseñará un tratamiento acorde, el que puede incluir un cambio de hábitos (dejar de fumar, bajar de peso, reducir el estrés, aumento o moderación de la actividad física), tratamientos para disminuir el riesgo de arritmias, el uso de medicamentos puntuales y tratamientos médicos a largo plazo. En los casos más graves, se puede determinar la cirugía cardiaca o el implante de marcapasos.
Por Daniela Galleguillos P.
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