Equipo SaludActual
Factores físicos y psicológicos pueden desencadenar esta molesta disfunción sexual
Por lo general, asociamos el sexo con el placer. Sin embargo, algunas personas sufren una verdadera tortura al intentar mantener una relación íntima.
Justamente, la dispareunia (también conocida como coitalgia) corresponde al coito doloroso y ocurre en ambos sexos, aunque el porcentaje de varones afectados es menor, y son las mujeres quienes más padecen este problema.
En el caso femenino, esta dolencia puede presentarse como una irritación vaginal postcoital, o variar en grados de molestia, desde un dolor medianamente soportable, hasta uno demasiado intenso.
Así, la enfermedad se diferencia según la zona en la que se produce:
Dispareunia externa: Ocurre en la vulva o parte exterior de la vagina.
Dispareunia interna: Como su nombre lo indica, se experimenta al interior de la vagina, y es causada por penetraciones profundas.
Vaginismo, la amenaza latente
Es importante destacar que dispareunia y vaginismo no describen la misma disfunción, ya que es común que se confundan ambos conceptos.
El vaginismo se define como la contracción de los músculos de la vagina, impidiendo que la penetración sea factible. El problema radica en que, si no se trata la dispareunia, existen altas probabilidades de desarrollar vaginismo. Esto sucede por el rechazo ante el constante dolor, y provoca que el conducto vaginal se cierre involuntariamente al intentar el coito.
De hecho, algunas mujeres experimentan un dolor tan agudo que quedan temerosas ante el sexo, y al intentar un encuentro con la pareja no admiten ni siquiera un centímetro de un dedo, pues los músculos perivaginales “clausuran” la entrada a esa zona.
Síntomas
Aunque la sintomatología puede cambiar dependiendo de cada mujer, existen signos característicos que alertan de una posible dispareunia:
Cada mujer afectada de dispareunia puede experimentar distintos niveles de la enfermedad
Por ejemplo, algunas siempre han mantenido sexo doloroso, y otras, repentinamente, no soportan el malestar al ser penetradas. Incluso hay casos más específicos, que se resumen en los siguientes tipos:
¿Por qué se produce?
Para explicar el origen de la dispareunia, es necesario tener en cuenta que existen factores físicos y psicológicos que la provocan.
Causas físicas
Representan sólo el 5% de los casos que presentan esta disfunción. Pueden ser:
El 95% de los casos de dispareunia tienen origen psicológico, ya que el cerebro es el que percibe y gestiona los impulsos sexuales que desencadenan la excitación –tanto física como mental- durante el sexo. Así, el problema puede producirse por diversas razones:
Trauma sexual: muchas mujeres que han sido abusadas o violadas, sufren dispareunia. El conflicto surge cuando la afectada quiere tener relaciones sexuales con su pareja, momento en el cual vuelven recuerdos del trauma, lo que provoca rechazo y dolor al intentar la penetración.
Otra disfunción sexual que afecta al hombre y puede causar dispareunia a una mujer, es la eyaculación precoz. Así, una mujer que está insatisfecha puede desarrollar un rechazo al sexo.
Tratamiento
No existe un medicamento que cure la dispareunia, salvo algunos fármacos utilizados en casos muy específicos, que aumentan el flujo sanguíneo o relajan los músculos.
Sin embargo, la terapia sexual proporciona información sobre aspectos relacionados con la excitación y el orgasmo. Además, un profesional del área puede sugerir cómo mejorar la técnica sexual, estableciendo pautas que van desde aumentar el tiempo de juego previo (comúnmente conocido como “precalentamiento”), hasta lograr que la mujer controle cuándo y cómo se produce la penetración, con el objetivo de relajarse y disfrutar el momento, no aborrecerlo.
La terapia de pareja, en tanto, se recomienda para resolver problemas de comunicación que pudiesen estar gatillando el problema o trauma en el plano sexual.
Por otra parte, a las mujeres que también sufren vaginismo (en algunas ocasiones asociado a la dispareunia), se les puede recomendar el uso de dilatadores para el orificio vaginal. Se comienza con un dispositivo muy pequeño y poco invasivo, para llegar poco a poco a un dilatador del tamaño de un pene promedio. Así, se consigue volver a “entrenar” los músculos vaginales.
En el caso de las mujeres abusadas o violadas, existen terapias especializadas que apuntan a superar los medios y el gran trauma.
También hay soluciones más simples, como usar un lubricante vaginal que reduzca la ansiedad sobre el dolor.
Por esta razón, es indispensable consultar con un profesional, antes de tomar medidas propias o resignarse ante el dolor y la frustración de no poder disfrutar de un encuentro sexual.
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