21/09/2004
Una herida que no cicatriza es una puerta abierta a las infecciones. Este problema puede producirse porque hay personas que sufren de enfermedades vasculares.
Ariel Lara Cáceres
Periodista SaludActual
La dermatóloga de la Clínica Alemana de Santiago, Francisca
Sánchez, señala que hay una serie de problemas metabólicos
asociados a la mala cicatrización de una herida, entre ellos nombra
a la diabetes, las alteraciones renales o hepáticas, la desnutrición,
la hipertensión arterial y los problemas circulatorios. "En
estos casos el proceso de reparación cutánea se ve afectado porque
no hay suficiente oxigenación ni aporte de nutrientes para la piel. Además,
tampoco hay una adecuada eliminación de los metabolitos tóxicos.
Todo esto retarda y hace poco eficientes los procesos necesarios para la cicatrización,
ya que la calidad de la piel es un reflejo del buen o mal estado del organismo",
precisa la especialista.
Sumado a los factores generales que dificultan la reparación de la piel,
hay otros que funcionan a nivel local que pueden hacer este proceso más
lento.
La doctora Sánchez explica que las zonas de más difícil
cicatrización son las que se ubican sobre las articulaciones o en
áreas de gran movimiento, como la espalda, donde se produce un constante
estiramiento de la herida, lo que hace que finalmente quede una cicatriz más
ancha. En estos casos, siempre que sea posible, se recomienda inmovilizar el
área de la herida para evitar que se abra cada vez que la piel se estire.
También suelen cicatrizar más lento las áreas que
están en constante roce, como la planta de los pies, y las que se encuentran
constantemente húmedas, como oídos y pliegues. En estos casos
se aconseja cubrir dichas zonas con una gasa que absorba la humedad y mantenga
la superficie protegida. Otros sitios complicados de cicatrizar son las extremidades,
especialmente la cara anterior de las piernas. Esto se ve con mayor frecuencia
en pacientes de la tercera edad con problemas circulatorios, ya que mientras
menos irrigación sanguínea reciba la zona afectada, mayor es el
tiempo de recuperación.
¿Cómo se produce la cicatrización?
El Doctor Víctor Bianchi, cirujano vascular de la Clínica
Alemana de Santiago, explica que la cicatrización es un proceso de
cuatro etapas que se toma alrededor de seis meses.
Primero el organismo se preocupa de detener el sangramiento (hemostasia),
lo que puede tomar desde minutos hasta horas. Luego viene la fase en que se
forma un coágulo definitivo (escara o costra), que busca hermetizar
la herida y establecer un medio que permita la cicatrización.
En la tercera etapa, los tejidos vecinos se encargan de regenerar la zona dañada
formando una matriz elástica de piel más fina y rosada,
que es la que se ve cuando la costra se desprende. Estas tres etapas pueden
tomar en total desde unos días hasta tres semanas, dependiendo de la
dimensión de la lesión. Finalmente, comienza la fase de remodelación
que puede demorar meses y que consiste en reemplazar esta reparación
de emergencia por una definitiva y madura.
Según el facultativo, hay personas que sufren de enfermedades vasculares
que producen problemas de cicatrización, como úlceras venosas
crónicas, secundarias a problemas de várices, y obstrucciones
arteriales que pueden causar gangrena y necrosis de los tejidos. De acuerdo
con el cirujano vascular, este tipo de problemas se suele dar en personas mayores
de 60 años, que tienen un deterioro lento y progresivo de la circulación
en los tejidos periféricos que se manifiesta con síntomas como
calambres o dolor al caminar (claudicación).
Este proceso se hace más evidente en las piernas, porque al hacer ejercicio
tienen un consumo energético muy intenso y están más expuestas
a microtraumas. Frente a un evento como éste, la herida no cicatriza
porque no hay una adecuada irrigación sanguínea que aporte los
nutrientes necesarios a los tejidos. Entonces las células mueren y la
lesión va creciendo, lo que produce dolor y muchas veces infecciones
que pueden expandirse.
Tratamientos de Vanguardia
Un estudio realizado en el año 2003 por la Universidad de Leiden,
Holanda, señaló que es posible la utilización de
gusanos para el tratamiento de heridas que no cicatrizan por culpa de infecciones
u otras causas. Los investigadores explicaron que estos seres se alimentan de
tejido muerto destruyendo las bacterias en heridas que muchas veces no les dejaron
a los médicos más opción que la amputación total
o parcial del miembro afectado.
Los autores del estudio, publicado en la revista, Clinical Infectious Diseases,
observaron que al poner los gusanos sobre una herida traumática se facilitaba
la limpieza del área y en algunos casos, se prevenía la amputación.
Además se dijo que cuando los gusanos se colocan sobre la herida abierta,
segregaban unas proteínas que rompían fragmentos del tejido necrótico,
creando un líquido que inyecta el animal, además de liberar sustancias
que ayudan a que la piel dañada no se vuelva a infectar y favorecer el
crecimiento de tejido nuevo al desplazarse por la herida.
En otro ámbito, médicos de la Virginia Commonwealth University
de Richmond, Estados Unidos, están desarrollando un nuevo tipo de
gasa "biológica" que se aplicaría sobre las heridas.
Este producto estaría fabricado en base a fibrinógenos, una proteína
sintetizada por el hígado y que es esencial en el proceso de coagulación
de la sangre.
Como este vendaje sería, desde el punto de vista químico y molecular,
similar a las proteínas que produce el propio cuerpo, la venda "biológica"
se iría disolviendo sola, a medida que la nueva piel que crece va
sanando la lesión. Todo esto mientras detiene el sangrado de la herida
y la protege de las infecciones y el polvo. La futura venda cicatrizante podría
incluir en el futuro otras proteínas, como las que conforman la base
de la piel y nutrientes específicos para facilitar la regeneración
del tejido dañado.